Todos recordamos canciones infantiles o canciones o soniquetes que nos hicieron más fácil memorizar algún aprendizaje.

La música es de vital importancia en en el desarrollo de los niños, no solo porque crea conexiones neuronales, activa el cerebro y genera dopamina (que no es poco). Sino porque nos hace sentir, nos hace crear, nos ayuda a relajarnos o nos invita a movernos.

Por todo esto la música debería ser un elemento imprescindible en las aulas, y salir más allá del aula de música.

En mi aula de apoyo la música forma parte del día a día. 

Por una lado ponemos música relajante para establecer tiempo de trabajo en mesa. Ayuda a reconocer la situación, centrar la atención y gestionar el tiempo de la actividad,

Por otro lado usamos la música en las sesiones de relajación y yoga. Aquí la música es elemento principal de la sesión, pues nos adentra en ella y nos ayuda a centrarnos en nuestro propio cuerpo. Además cuando hacemos la relajación hacemos ejercicios de distinguir entre sonido y silencio (silencio para escuchar tu propia respiración).

También usamos la música para “bailar” y jugar, Las sesiones encaminadas a mejorar la psicomotricidad son mucho más productivas si tienes una canción o una melodía que te guíe y te marque los movimientos.

Por último en mi aula no falta el ritmo. Escuchamos música, bailamos, pero también hacemos ritmos con nuestro cuerpo (para ayudar a mejorar el esquema corporal, entre otras muchas cosas), con los tubos pentatónicos y con todo aquello que sea susceptible de ser golpeado y generar sonido.